27 noviembre 2006

SILLETA DEL PADUL





































































































































































































SILLETA DEL PADUL
Hoy teníamos previsto desplazarnos hasta Sierra Tejeda para realizar la ascensión a la Maroma, pero las espesas nubes que rodeaban completamente Granada, hicieron que desistiéramos de esta empresa y nos declináramos por esta otra más cercana, más corta y menos pronunciada.
Así que allá que nos encaminamos con dirección al serrano pueblo de Dílar, a 873 m. de altitud, y con la esperanza de que el día se nos aclarara antes de coronar La Silleta del Padul enclavada en plena Sierra del Manar y con su característica forma de silla de montar, de donde al parecer proviene la palabra. Destino y punto final de este recorrido improvisado y alternativo a nuestras ganas de no quedarnos encerrados en casa y adheridos al mando a distancia.
En las proximidades de Ermita Nueva dejamos aparcado el coche. Una bonita y blanca construcción levantada allá por 1796 en honor a la Virgen de las Nieves, patrona de Dílar. Hoy se nos incorporan dos buenos y viejos amigos Antonio, y su mujer Aurora.
Iniciamos la marcha, sobre las 10:15 horas, tomando un ancho carril-carretero de tierra rojiza, que sale de la parte trasera de la ermita, y que está rodeado de almendros. Caminamos con la mirada fija en un pinar que hay frente a nosotros y que nos indica de que estamos a punto de entrar en la Sierra del Manar. Estribación del gran macizo de Sierra Nevada,  situada en su parte más occidental, que tiene su inicio en el Suspiro del Moro, y termina en los Alayos, entre los pueblos de Padul y Dílar. El topónimo "Manar" significa en árabe "faro", habiéndose constatado arqueoloógicamente la ubicación de una atalaya defensiva y/o de vigilancia  musulmana que controlaba las importantes vías de comunicación entre Granada y la Costa, justo en el lugar que ocupa la cruz contemporánea en la cumbre de su monte homónimo; siendo el punto más elevado de esta sierra la Silleta del Padul (1.524 m.a.), sobre la que hoy teníamos puesta nuestro punto de mira y el de nuestra sentada.
Al poco hacemos el primer pronunciado ascenso para ir abriendo piernas, y mientras nos vamos quitando lastre, las plastas de barro acumuladas en las botas y que vamos arrastrando en la corta subida de Cuesta Blanca. Acto seguido tomamos la Vereda de las Murallas, observando unos tramos de tapias construidos con rocas sueltas y unas encima de otras, y que nos acompañarían durante varios kilómetros, para terminar adentrándonos en el Barranco de Poca Leña. Dejamos atrás un cortafuegos y una rambla. Enseguida vemos una indicación con destino a Ermita Vieja y a la que nos dirigimos entre la espesa niebla y que hoy atolondraba estos paisajes. Una lástima porque no nos abandonaría ya en casi toda la caminata. Privándonos de esas hermosas vistas que se van alcanzando con los pasos y la mirada cuesta arriba.
Llegamos a Ermita Vieja, y una fina lluvia comienza a caernos encima; total que decidimos resguardarnos un poco en ella y tomarnos mientras tanto un tentempié, no sin antes visitar la fuente y alberca con que se cierra el anillo de este bonito paraje.
Proseguimos la marcha, tomando una vereda a la derecha y que pasa a través de una plantación de nogales. La vereda se torna ahora arenosa y pasa justo, tras una curva y junto a unos peñones, a un mojón de piedra con la leyenda “Coto de Caza del Excmo. Sor Marqués de Dílar”.
Al poco, más adelante y también a la izquierda de la pista por la que ahora transitamos, parte la vereda y que en un pronunciado ascenso zigzagueante, nos llevará al Puerto de la Mala Mujer (curioso nombre por cierto) y muy próximo a Cerro Domingo.
Este puerto, también llamado Llano de las Pajarillas, hace la divisoria entre los dos mares, dando vistas al lado Mediterráneo (al Sur), ocupado en gran parte por las poblaciones de Dúrcal y Padul, y al lado atlántico, con la depresión formada por el río Dílar, a su salida de los Alayos y con rumbo al pueblo del que toma su nombre.
Continuamos la marcha, después de imaginarnos este hermoso cuadro, la espesa niebla seguía privándonos de este manjar que se traduce en vistas, y tomamos la vereda conocida como de “los Gudaris”, en mención al batallón de soldados vascos hechos prisioneros y que en 1937 el bando nacional trasladó hasta este lugar e hizo que construyeran, durante unos catoce meses, todo el entramado de veredas por el cerro del Manar, de sol a sol y a pico y pala. Presidio que se isntaló en Padul; más concretamente en la casa solariega-palacio del s.XVI conocida como Casa Grande. Pero sigamos con el presente y recuento de nuestros pasos. Llegamos a una bifurcación señalizada por un nuevo hito. El camino descendente y que parte a nuestra izquierda, nos llevaría hasta Piedra Ventana, y que decidimos no bajar hoy dada la escasa visibilidad reinante que nos rodeaba y ante la seguridad de que las vistas serían tan nulas como las que traíamos a nuestras espaldas. El camino de la derecha, tras un brusco pero breve repecho, nos deja en la cumbre de la Silleta del Padul (aunque los de Dílar, tirándole al monte, la señalizan y marcan, erróneamante, con su propio nombre, o por lo menos así está marcada, como "Silleta de Dílar" sobre el Puerto de la Mala Mujer, junto al hito nº4), pero que en definitiva, allá arriba todos somos iguales, todos somos montaña; y allí, lo que cuesta es lo que vale. Aunque eso sí, hay que decirlo por justicia, y en alabanza de este pueblo de Dílar, que están cuidando muy mucho su entorno, señalizando casi todos los senderos y no dejando que el hormigón invada sus calles, manteniéndolo alejado, por el momento, de esas grandes especulaciones convertidas en grandes urbanizaciones; ejemplo contrario al de algunos de sus vecinos colindantes.
Pero volviendo a la nuestro y que teníamos en la mente decir que, la cumbre aloja un vértice geodésico del Instituto Nacional Geográfico, muy parecido al que hay sobre el Pico del Veleta. La lástima pues, que seguimos, tras el avituallamiento oficial y de reserva, con este velo blanco que no nos deja ver ni casi los cordones de los “zapatos”. Total que, los 360º como que por aquí, hoy, estaban cerrados al público. Pero bueno, la naturaleza estaba hoy en forma de ese agua que se respiraba; y como así, había que aceptarla.
Proseguimos la marcha y, tras un pequeño destrepe a través de las rocas, nos dejamos caer sobre el collado de su vertiente Norte y que nos desciende rápidamente sobre una empinada vereda, para atravesar, al poco, y ya sobre un falso llano, primero entre pinos, más adelante por un pequeño olivar de plantones y por último el carril con el que nos topamos. Ahora, delante de nosotros tenemos un amplio terreno de labranza, cuyas mitades se diferencian notablemente por su colorido (una es rojiza y la otra, tirando a grisácea). Justo por la línea que divide ambas, lo cruzamos para encontrar enseguida la vereda que seguiremos y que está correctamente señalizada. Senda que discurre entre monte bajo, rodeada de plantas aromáticas como la mejorana, romero, zahareña; y otras como la retama, aulaga, y ese bonito ejemplar de lecheterna que capté como acariciando la lluvia entre sus manos.
Ahora la vereda empieza a descender notablemente y nos va encajando sobre el Barranco Hondo. Vereda que se convierte en arenosa y pedregosa en sus últimos pasos (entre pinos y arbustos) y que cruza el cauce de una seca rambla en varias ocasiones. Por aquí vemos unos parapentes cruzando este profundo barranco de un ladro al otro en sus finales y que da paso a un amplio campo de almendros, en cuyo llano se pueden buscar en primavera las sabrosas collejas.
A nuestra derecha vamos observando, mientras caminamos, los primeros rayos de sol que se dejan caer sobre Picacho Alto y el cortafuegos que asciende a la Boca de la Pescá. De frente ya tenemos de nuevo Ermita Nueva (la Ermita de la Virgen de las Nieves) delante de nuestros ojos y en donde dejamos aparcado el coche. Lástima que este azul que vemos sobre nuestras cabezas, no lo hubiésemos podido fijar sobre la “montura” de la Silleta. Pero bueno, serían sobre las 16:05 h. cuando finalizamos la marcha, pensando al menos que, estos pasos habían merecido la pena. Y el escucharlos, es lo que nos renueva la sangre, señalándonos hacia esa meta.
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-Accesos: Desde Granada a Ermita Nueva (Dílar) en vehículo (unos 13 km). Regreso: viceversa.
-Itinerario: Ermita Nueva, Cuesta Blanca, Vereda de las Murallas, Barranco de Poca Leña, Ermita Vieja, Puerto de la Mala Mujer, Vereda de los Gudaris, Silleta del Padul, Barranco Hondo, Ermita Nueva (Dílar)
-Trayecto: circular
-Número de participantes:
6
-Dificultad: Media-Baja
-Duración: 5 h. 50'
-Agua: Ermita Vieja.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola soy Salvador Padilla y como buen granadino amante de la montaña sobre todo de nuestra S.Nevada, te felicito por tu blog y te invito a conocer el mío http://apuntesalva.blogspot.com/ . Saludos

Anónimo dijo...

PRECIOSO MERECE LA PENA VER TODO ESTO.UN ABRAZO.RAFI