28 enero 2007

DE COGOLLOS VEGA AL SOTILLO DE IZNALLOZ







































































































































DE COGOLLOS VEGA AL SOTILLO DE IZNALLOZ
Hoy, tras la última gran nevada que ha cambiado el rostro y el alma de las montañas que rodean nuestra querida Granada, colmándolas de ese blanco aterciopelado, nos dirigimos hasta las faldas de Sierra Harana o Arana enclavada en la Cordillera Sub-bética, dentro la comarca de los Montes Orientales.
Sierra Arana ocupa una superficie de unos 300 Km2. Limita al Norte con Iznalloz, Piñar y Bogarre; al Noreste con el Arroyo de Sillar y La Rambla Seca y con Darro y Diezma; al Sureste con Prado Negro y el Puerto de la Mora en Huétor Santillán y al Soroeste con Deifontes y Cogollos de la Vega.
Sus picos más altos e importantes son La Peña de la Cruz con 2.032 m.a., Cerro de los Pelados con 1.985 m.a., Pico de Orduña con 1.931 m.a. y el Peñón del Asno con 1.700 m.a. y en cuyo pie está la famosa Cueva del Agua.
Como dato curioso, decir que durante el choque de la placa de Africa contra la europea, y durante su plegamiento, Sierra Nevada estuvo cubierta por Sierra Arana, y sobre ella pasaron empujadas desde el otro continente, la mayoría de las montañas secundarias que siembran la planicie de Andalucía.
Indicar que Cogollos, a 992 m.a., hace referencia a cucullus y que significa “situación sobre una colina” en latín y que se arabizó bajo el nombre de Ququl(u)lus.
La alquería de Cogollos Vega estuvo adscrita al distrito de la Vega junto con Alhendín, Alfacar, Víznar y otras poblaciones. Al igual que el resto de alquerías del Reino de Granada, sufrió las idas y venidas de la Reconquista y posterior política de repoblación. Pero por lo que más destaca sobre nuestra historia contemporánea, es que fue uno de los puntos más emblemáticos durante la desgraciada guerra civil española, situándose el Peñón de la Mata en el punto de mira de muchas de sus mortíferas “enfrentadas”.
Apuntar que Iznalloz se encuentra a 805 m.a., y El Sotillo a 1.041 m. Este pintoresco paraje, en plena Sierra de Arana, está adaptado para viajes escolares, con albergue y zonas de acampada. En dicho lugar se celebra el 15 de mayo la Romería en honor del Patrón de Iznalloz. De la romana Acatucci, posteriormente musulmana, han tomado sus habitantes el nombre de acatuccitanos.
Pero volviendo al hoy, y poniendo ya los pies sobre la tierra, una vez más nos dirigimos desde Granada hasta el Polideportivo de Albolote en donde nos concentramos con los coches para salir desde allí, atacando hasta nuestro punto de salida y a pata suelta, tal y como manda la primera regla de la ley del senderismo y ya más añeja que el hueso con que hacían el caldo del puchero en las novelas de la picaresca española.
La idea era salir en autobús con dirección al Sotillo de Iznalloz, pero como por la noche estuvo lloviendo y chispeando de nuevo agua nieve, se optó por suspender lo del autocar (por si pudiera haber problemas en la carretera) y dirigirnos con nuestros coches hasta la localidad de Cogollos Vega; y dependiendo de lo que allí nos encontráramos, decidir la ruta a seguir, ya sobre el terreno.
Empezamos la caminata junto al Instituto de Cogollos de la Vega por un carril carretero, con un fuerte viento de cara, y con la intención de terminarla en la Atalaya de Deifontes, mas conocida como "El Torreón". Torreón de la época nazarí, que ha sido restaurado, y que servía para avisar de las incursiones o ataques del enemigo; controlando el paso desde las tierras de Iznalloz a la Vega de Granada. Atalaya para más señas de planta circular y forma cilíndrica, con obra de mampostería y grandes bloques de piedra intercalados, y desde donde divisamos, como excelente mirador y al pie de la misma, el Peñón de la Mata, Sierra Arana, la vega de Granada y la de Deifontes, el pantano de Cubillas, Sierra Elvira y los olivares que nos rodean.
Decir que Deifontes deriva de “Fuentes de Dios” por la cantidad de aguas subterráneas que corren por debajo de estas tierras y que provienen de Sierra Arana.
Al llegar a la Atalaya, las ráfagas de viento eran huracanadas y nos tuvimos que echar al suelo, literalmente, para que a más de uno no nos tirara. Y un efecto curioso: ni dándole la vuelta a la misma te podías salvar de su furia y rabia, dejando algunos allí sus gorros en forma de recuerdos para los posteriores visitantes o recolectores de aceituna en los campos circundantes.
Tras la vuelta al carril carretero se decidió continuar la marcha y prolongarla hasta el Sotillo de Iznalloz, justo en sentido contrario de la propuesta que tenía la Peña en un principio y sobre el programa.
Total que, sobre un carril de color y aspecto de chapapote rojizo, con la nieve derritiéndose bajo nuestros talones, con ese esfuerzo añadido a las piernas, sorteando infinidad de regueros de agua que buscaban como locos las cunetas, atravesando primero grandes masas, a un lado y otro del camino, de vegetación autóctona mediterránea (en su mayoría chaparros, encinas y muchísimos enebros), y al final hermosas masas forestales de pinar, continuamos todo recto y seguido y dándole caña al horario para llegar a nuestro destino.
Dejamos atrás, el primer cruce de caminos, pero siempre con la vista puesta en la tablilla que marcaba nuestra meta: “El Sotillo”. Dejamos atrás también Cantarranas, la pendiente cuesta que nos llevó hasta El Pocico y el paraje conocido como Las Razuelas. Carril que al final te deja junto al Puente Santa Teresa, ya sobre el negro asfalto.
Aquí, junto al puente, nos echamos la foto del grupo, y continuando con ese último esfuerzo, en seguida llegamos hasta el paraje El Sotillo, en donde nos refugiamos en su Bar-Restaurante, que estaba a rebosar por cierto, en donde nos tomamos ese avituallamiento obligado y encima algo caliente para que entrara a formar parte de nosotros.
Al final decidimos llamar al autocar, que vino a recogernos aquí mismo, para que nos llevara de vuelta hasta Cogollos y retomar allí los coches con dirección a Albolote y Granada.
Punto y final de esta refrescante marcha (todo lo contrario de la del pasado domingo que la hicimos en manga corta), y marcada hoy por el fuerte viento reinante, el frío que se respiraba, la nieve que nos rodeaba y que se derretía al calor de nuestros pasos, el barro que se formaba y encharcaba el camino y las amenazantes nubes que nos acompañaron durante casi todo el recorrido.
Pero bueno, así es el invierno. ¡ Que estamos ya a finales de Enero y no nos acordábamos!
*
-Accesos: Desde Albolote (Granada) hasta el Instituto de Cogollos Vega en nuestros propios coches. Regreso: desde el Sotillo de Iznalloz a Cogollos en autocar. Desde aquí de nuevo en nuestros coches a Albolote y Granada.
- Itinerario: Instituto de Cogollos Vega - Carril Carretero - Atalaya de Deifontes - Cantarranas - El Pocico - Las Razuelas - El Sotillo de Iznalloz (faldeo todo por la cara Norte de Sierra Arana)
-Trayecto: lineal
-Distancia recorrida: unos 21 km.aprox.
-Participantes: Club Senderista "El Bastón"
-Dificultad: Baja
-Duración: 4 h. 1/4 (incluidos descansos)
-Agua: llevar. (aunque hoy ella nos llevaba)

21 enero 2007

CAMINO DE LOS NEVEROS - EL PURCHE - LOS CAHORROS - MONACHIL







































































































































CAMINO DE LOS NEVEROS – EL PURCHE – LOS CAHORROS - MONACHIL
Frecuentado en la actualidad principalmente por excursionistas, montañeros y ciclistas, el Camino de los Neveros fue la vía más corta entre la capital de Granada y la Alpujarra; la trocha que permitía pasar de una vertiente a otra de la Sierra, la que unía en línea recta las tahas de Orgiva y de Pitres con las llanuras del Genil.
Según narra Fidel Fernández Martínez en su libro “Sierra Nevada”, publicado en 1931 en Granada por la Editorial Urania y en su primera parte “De Granada al Veleta” describía:
“Arranca el Camino de la Nieve en la explanada de la Pulga, al final de la Avenida de Cervantes, y sube por las alturas de San Antón el Viejo, dejando atrás las Conejeras, hasta dominar en el altozano del Rebite una vista panorámica, que no cede en belleza y emoción a las de los Adarves de la Alhambra, ni a la del Panderete de las Brujas.
Toda la divisoria de mares, desde el Suspiro del Moro hasta Peña Partida y el Pico del Cuervo, se extiende ante la mirada del turista. Los escarpados riscos de los Alayos de Dílar, sirven de enlace aparente entre la Sierra de Otura y el Cerro del Caballo. Las crestas de los Tajos de la Virgen, la depresión donde se alberga la Laguna de las Yeguas, los Panderones del Veleta, y el famosísimo Picacho, se ofrecen como un telón de boca. A una y otra parte, se extiende un amplio horizonte de montañas, que acaban por un lado en la malagueña Sierra Tejeda y por otro en las alturas de Géres, que se apoyan en los llanos de Guadix. Más cerca, contrastando sus moles pardas o rojizas con las nevadas de la cumbre, resalta el enorme Cerro Hüenes, el Cerro Gordo, con sus encinas y sus pinos, el Cerrajón, con sus depósitos de plomo argentífero, y la cresta del Dornajo, que parece el centinela avanzado de los grandes picachos de la Sierra. A la espalda, en fin, poniendo pequeñas manchas blancas en la masa oscura de los olivares, destacan los cien pueblos de la Vega, repartidos alrededor de Granada, cuyo caserío y cuyas torres se ven perfectamente, y se distinguen con sus detalles.”
Fidel Fernández Martínez, formó parte del grupo de personajes polifacéticos de la Granada de la primera mitad del siglo XX y uno entre pocos que destacó por su conocimiento y divulgación de Sierra Nevada. Fue excelente médico, académico de Bellas Artes y de Medicina, y apasionado Penibetista.
Era hijo de Fidel Fernández Osuna, miembro de los primeros fundadores de la sociedad “Diez Amigos Limited”. Formó parte él mismo también de dicho grupo y además fue cosocio de los fundadores de la “Sociedad Sierra Nevada” (promotora del Albergue de San Francisco o de las Cúpulas que se construyó en los Campos de Otero) y a la que presidió entre 1935 y 1936. Fue de los primeros en subir a la cúspide del Veleta el día 15 de septiembre de 1935 en vehículo por la carretera recién inaugurada de la Sierra junto con el ministro de Obras Públicas de aquella época, Sr.Marraco, y que asistió al acto junto con el ingeniero Juan José Santa Cruz, diseñador de su trazado, y el director general de Caminos. Carretera que, en su estudio y proyecto inicial, ascendía por el Camino de los Neveros pero que, debido a sus fuertes pendientes, hasta del 9% en la zona del Contadero, se desvió al final por su actual trazado existente, arrancando junto al Genil, Cenes, Pinillos, etc.etc. y sus posteriores alternativas y modificaciones.
Como noticias curiosas decir primero que en 1870 el Estado vendió toda la nieve de Sierra Nevada, en sus dos vertientes, mediante escritura pública al Sr. García del Real en la cantidad de 125.550 pesetas oro; y que los 48 Km.de la carretera de la Sierra desde Granada hasta el Veleta costaron por aquel entonces la cantidad de 3.421.500 pesetas.
Puestos ya en vereda y tras este pequeño repaso en el camino de la historia comentar que lo del nombre, Camino de los Neveros o Camino de la Nieve, le viene por aquellos hombres que subían con sus recuas de borricos y/o mulas cargadas con sus capachos, seroncillos de pleita forrada de anea, serones de esparto y una tabla, llamada el "barbero", para apretar y poder tapar la nieve después con una manta. Nieve que atesoraban, arrancándosela al nevero, y que a veces tenían que ir a buscarla desde La Zubia, Cájar, Monachil, Huétor Vega hasta el mismísimo Picacho del Veleta (del ventisquero de Panderones, de Cauchiles, etc.) para vender "su maná" después en la ciudad de Granada para hospitales principalmente y otros establecimientos. Neveros que abrieron esta senda a base de alpargatas y sudor, bajo el hierro de sus caballerías. Todo por un salario mínimo y sobre un esfuerzo máximo. Como referencia decir que, su jornada laboral de unas 20 horas, andaría por los 2 reales (0,50 pesetas) al día. Sobre su "dieta" diaria, pues comentar de pasada que en su capacho de esparto, para el almuerzo, sus madres, mujeres, les solían echar: la típica cacerola con habas fritas en primavera, tortilla de collejas o patatas, bacalao (salao,frito-solo y/o con tomate), tomate frito con morcilla de lustre o asadura y la refrescante pipirrana entre otros.
Negocio éste, el de la venta de la nieve al natural, que se vino abajo con la fabricación del hielo artificial y que, hoy como recuerdo y homenaje al trajín de aquella marcha, nosotros recorreremos sus primeros pasos hasta la zona del Purche. Otro día seguiremos con otras de sus partes (hasta el Dornajo por la Cuesta de la Longaniza, Peñones de San Francisco, Barranco de Cauchiles, Collado del Veleta, Capileira, Pitres) aunque algunos de estos tramos ya los hemos recorrido cuesta arriba o cuesta abajo.
Para ello nos desplazamos hoy desde Granada, en autobús de su línea urbana, línea del 9, hasta su última parada muy cerca de las Conejeras.
Pasamos ya andando, como manda el primer mandamiento del libro abierto en horizonte del senderismo, y nos adentramos en un enjambre de urbanizaciones a diestra y siniestra y que se han construido desde el mismísimo antiguo Callejón de los Neveros hasta estas altas cumbres, no existiendo ya separación de tierra o verde entre las Conejeras y los Rebites.
Dejamos atrás las antiguas instalaciones de Tráfico donde había que subir para la obtención “a un solo trago de pecho” del carné de conducir si te lo querías llevar puesto a la primera. Pasamos el Restaurante las Perdices para caminar ya por el propiamente abierto al ancho cielo, Camino de los Neveros, hoy convertido en Cañada Real con su mismo nombre y apellidos. Aunque según tengo entendido en este camino real se juntan tres cañadas reales: la del collado de las Sabinas o Sabinillas, procedente de Güéjar Sierra; la de la Cuerda que sube de Monachil; y la de la Cuesta de las Cabras, que asciende de Huétor Vega. Pero volvamos al camino que nos ocupa.
En sus comienzos el Camino discurre, en un largo trecho, por una pista bastante ancha entre viñedos. Como en una montaña rusa, primero sube y baja hasta la altura de la localidad de Cenes de la Vega, que tenemos a nuestra izquierda. A la derecha nos ofrece las de Monachil, cuyas vistas saboreamos por esta vertiente como entre dos aguas.
A la altura del pueblo de Cenes terminan los descensos, y a los 45 minutos aproximadamente de marcha, el camino se estrecha de forma natural: se trata del Contadero (a 890 m.a.), llamado así porque aquí solían contar las cabezas de ganado dada su estrechez y tras la certeza de no equivocarse en sus números finales.
Pero ahora vendría lo bueno. A partir de ya comienza la Cuesta del Desmayo, que dura y dura como las pilas del conejo Duracell del anuncio. Pero lo bueno y por el contrario, que la altura que vamos ganando, paso tras paso, ya no la perderíamos. Al final de la misma, el camino se vuelve llano y discurre por umbría, observando aún grandes manchas de nieve caídas desde el último nevazo acontecido en Granada, el día 23 de diciembre pasado. Al poco nos topamos con la Fuente de los Castaños (1.220 m.a.); eso sí, donde ya no hay ni fuente ni castaños. Aquí hay una bifurcación de caminos: el de la izquierda nos llevaría a Pinos Genil, el de la derecha, y tras un suave ascenso, nos coloca tras una curva con las vistas de frente del Purche y sobresaliendo por entre el barranco que lo forma la Cresta del Dornajo.
Después de la curva, el Camino sigue llaneando y pronto se inicia una suave bajada y al poco nos topamos de lleno con las feas canteras que deslucen este paisaje y con la carretera asfaltada que sube desde Monachil al Purche. Ya sólo es seguirla en un último esfuerzo y que, tras un centenar de metros por el negro asfalto, nos coloca sobre la zona de los LLanos del Purche (1.400 m.a.) al cabo de unas dos horas y cuarto aproximadamente desde que iniciamos la caminata. Un llano en nuestra baja montaña granadina donde hace unos cien años se explotaban unas minas de calamina, había una cantina donde los arrieros tomaban un trago de aguardiente (principalmente de Diezma) y un poco después un médico de Granada, Fermín Garrido, que fue, entre otros cargos, alcalde y rector de la Universidad, construyó un hospital, en el cercano cerro del Sanatorio, para enfermos de tuberculosis.
Tras una breve parada en el Restaurante Ruta del Purche situado junto al margen izquierdo de la carretera que atraviesa esta gran explanada, continuamos la marcha dirigiéndonos por la misma asfaltada con dirección Este para tomar al final de la gran recta y nada más empezar la cuesta que la levanta, sobre el Collado del Muerto, el Carril o Camino de San Jerónimo a nuestra derecha, y que desciende también llevando hasta la Central Eléctrica de Diéchar. Pero a la altura del Cortijo Tornero, decidimos volver atrás (a la zona del Purche) por una senda que discurre paralela a unos postes de electricidad para no rodear el Cerrajón en sentido de las agujas del reloj y dirigirnos mejor hacia el carril que baja a la Central Eléctrica de la Vega. Camino carretero cerrado al paso de vehículos por una cadena y que desciende de forma vertiginosa entre el Cerro del Sanatorio, que queda a nuestra derecha, y el Cerrajón, que dejamos como colgado a nuestra izquierda.
Al final del mismo, y tras casi cincuenta minutos de fuerte bajada, cruzamos el río Monachil y giramos a la izquierda unos últimos metros, donde hacemos el alto obligado para el avituallamiento en las proximidades de la Central de la Vega, con el Cerro de los Poyos como enorme telón de fondo. Central eléctrica que permacene cerrada por una cancela y de la que sólo salía el fuerte y metálico ruido de sus turbinas funcionando, alterando la paz de este hermoso paraje de ribera y rodeado de fresnos, zarzas, majoletos, rosales silvestres y el murmullo de las aguas del río Monachil como jugueteando camino abajo. Indicar también que, justo desde aquí parte una sendilla, en un primer y fuerte ascenso, señalizada simplemente con un montículo de piedras, y que rodea al Cerrajón en sentido contratio a las agujas del reloj. Vereda que es por la que nosotros teníamos pensado darle la vuelta al mismo, optando al final por la alternativa contraria y antes mencionada.
Tras este parón y una vez completados los niveles, tomamos la vereda que nos lleva en sus comienzos paralelos al río y ya desde los Cahorros Altos (pasando de nuevo por la Cueva de las Palomas, por su famoso y largo puente colgante). Palabra "cahorro" que aunque no esté en el diccionario de la RAE, según Fidel Fernández en el libro antes comentado de <<Sierra Nevada>>, procede del penibetismo toponímico "canhorro" que significa "barranquera empinada, casi vertical, por la que corre el agua".
Pasando a continuación por la era de los Renegrales y desde allí hasta la localidad de Monachil, que por cierto hoy estaba a reventar bajo la llamada, en forma de ofrecimiento y regalo, y como casi de bando de su Ayuntamiento, para degustar la famosa Olla de San Antón y que se ofrecía junto a una gran carpa.
Sobre las cinco de la tarde, punto y final de esta larga marcha que, para más extra tuvimos que alargarla, depués del café imperdonable en el Restaurante El Molino, hasta el cruce de Cumbres Verdes para coger el autobús ya que por la gran fiesta que se cocía en Monachil no entraba al pueblo. Andanza que nos ha servido para descongestionarnos más las arterias de ese colesterol del malo, acumulado tras las largas Navidades. Pero que si nos llegan a dejar "Olla", fijo que la probamos, vamos! Pero nada, que para la siguiente la tendremos bajo cruz y raya y esos puntos suspensivos que dejamos para la próxima de la semana.
Como siempre, dejo algunas fotos como y para el recuerdo de los pasos... La otra, para bueno y por contra, que otro día más de enero en manga corta !
Pero bueno, que vayan esos ánimos para levantaros y que dejeis el mando a distancia aparcado en la butaca. Porque del corazón se trata!
DATOS BÁSICOS DEL RECORRIDO:
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- Accesos: Desde Granada en autobús hasta la última parada de la línea 9 del servicio urbano. Desde Cumbres Verdes, vuelta a Granada en línea regular de autobús.
- Itinerario: Vía Pecuaria Cañada Real Camino de los Neveros - El Contadero - Cuesta del Desmayo - Fuente de los Castaños - El Purche - Central de la Vega - Los Cahorros - Monachil.
- Trayecto: circular
- Distancia recorrida: unos 29 km.aprox.
- Número de participantes: 3
- Dificultad: Media-alta ('alta' por su prolongada subida y distancia)
- Duración: 7 h. 1/2 (incluidos descansos)
- Agua: llevar.

14 enero 2007

SIERRA ELVIRA: ENTRE LA PIEDRA Y LA VIDA







































































































































SIERRA ELVIRA: ENTRE LA PIEDRA Y LA VIDA

Comenzamos el año con esta cercana marcha a la Sierra de Elvira para ir abriendo piernas y camino y soltar ese lastre acumulado tras el atracón y parón obligado de las Navidades.
Sierra Elvira se encuentra al noroeste de la ciudad de Granada y pertenece a los municipios de Albolote, Atarfe y Pinos Puente. Situada a unos 10 Km de la capital granadina, limita al Norte con el Pantano de Cubillas y al Sur con la Carretera de Córdoba y está situada dentro de la Vega de Granada. Si le adjudicamos su formación al periodo Triásico-Jurásico, puede suponerle una edad de treinta y cinco millones de años (año abajo, año arriba)
La podemos dividir físicamente en dos zonas diferenciadas, la parte Oeste o Sierra Elvira propiamente dicha formada por tres collados con más de 1.000 metros cada uno, en donde se encuentra la conocida Sima de la Raja Santa con unos 120 metros de profundidad. Y la parte Este o Sierra de Atarfe con una serie de picachos de una altura media de 800 metros: Castillejo (Ermita de los Tres Juanes, 861 m.) El Tajo (876 m.), Atalaya (886 m.) y Repetidor de Telefónica (865 m.)
El hombre primitivo ya tuvo asentamiento en estas tierras, como después lo hicieron los romanos y árabes, dándoles el nombre, ubicación y urbanismo por los que se la reconoce. Según parece, fue aquí en donde se ubicó la antigua ciudad de Granada (la lliberri romana o Elvira).
Destacar, para terminar con esta breve reseña, dos aspectos sociales y económicos íntimamente asociados a la zona: las canteras y el balneario. Las primeras en pleno apogeo ya en los siglos XVI a XVIII y en todo su esplendor, tras la conquista por parte de los cristianos; aunque también hay que decirlo, en la actualidad, están sobreexplotadas y el impacto visual que generan en el paisaje es demasiado grande y hasta desagradable. El balneario se ubica en el margen derecho de la carretera que conduce a Pinos Puente desde Granada.
Y ya, volviendo sobre los pasos y tras ese primer “alpargatazo”, paso a comentar el itinerario que nos ha movido y llevado a ésta, la primera del año.
Sobre las 9:15 de la mañana salimos desde el Polideportivo de Albolote, donde nos reagrupamos con los coches para desplazarnos, con los mismos, a las faldas de Sierra Elvira allá por la Urbanización el Torreón-Monte Elvira (una vez pasada la Urbanización El Pretel).
Iniciamos ya la caminata, andando o a pata, como la ley del senderismo manda, por un sendero que sube entre el Cerro El Tajo de 874 m. (conocido también por los lugareños como “Tajo Colorao”) y La Atalaya, un torreón árabe que data del siglo XVI y que representaba una vigía alertando del movimiento enemigo, mediante mensajes con fuego, humo o con espejos a otras atalayas fronterizas. Eran construcciones cilíndricas con la puerta de entrada a mayor altura que el suelo y que comunicaban con las medinas amuralladas.
Continuando por dicho sendero entramos en los primeros pinos de la Sierra para tomar seguidamente una pista forestal que bordea la zona , llaneando, por su parte oriental entre olivos y la propia Sierra. Una vez situados en la parte noreste damos un rodeo ascendiendo un poco hasta el próximo collado.
A partir de aquí comienza lo bueno. En una fuerte pero "relativa" corta ascensión nos colocamos sobre la cima del Morrón de Enmedio ( 1.102 m.), máxima altura de esta Sierra y en donde está enclavado el vértice geodésico; a nuestra izquierda (mirando hacia Granada o Sierra Nevada) tenemos el Morrón de la Punta ( con 1.052 m.) y primero de los tres Morrones que componen esta aislada y singular cadena montañosa y objetivo de nuestra marcha. Se decide no subir a la cima de éste y continuar hasta el próximo y último de los tres y que queda justo a nuestra derecha: el del Piorno (con 1.084 m.a. ) aunque parte del grupo prefiere bajar sin subir a su cima. Quienes lo hacemos observamos la existencia de una sima por donde sale aire caliente casi en forma de vapor de agua termal.
Decir, es hacer sólo un poco justicia, que desde arriba las vistas son impresionantes. Poder subir para verlas y disfrutarlas sería lo propiamente recomendable: de izquierda a derecha y girando la vista, el pantano de Cubillas, los pueblos de Caparacena y el Chaparral, las Sierras de Iznalloz, Cogollos de la Vega y Majalijar, las cumbres de Sierra Nevada y la Vega de Granada al completo (aunque ésta última con ese complejo y entramado urbanístico de los pueblos que la salpican y que la van reduciendo, agrandando la capital como fuera de sus límites), las Sierras de la Almijara y Tejeda, el pueblo de Moclín y el Castillo de la Mota. Toda una cadena de sombreros de montaña que parecen renacer y querer cercarnos y acercarse hacia nosotros.
Desde este último morrón, realizamos el regreso para juntarnos con el resto del grupo que no subió al mismo. Primero lo hacemos campo a través, haciéndolo entre pequeñas manchas de bosque Mediterráneo, con su vegetación autóctona, compuesta de chaparros, y abundante matorral como el tomillo, el romero, la aulaga que se nos ofrece ya, en contraste para la época del año en que nos encontramos, casi en todo su esplendor: con esa floración azul y amarilla de estos dos últimos ejemplares.
El vereillo que tomamos tras la bajada del último morrón con dirección Este, nos lleva hasta un área recreativa llamada “Pinos de la Moleona”, provista de mesas y bancos.
Tras cruzarla, tomamos otra pista forestal muy transitada por los vehículos hoy; y cuyos usuarios habían tomado literalmente todas las zonas habilitadas para el recreo y descanso. Caminando ya bajo la cara Norte del Cerro de la Atalaya, le damos un rodeo de norte a este, desembocando en una carretea asfaltada, y tras realizar un giro a nuestra derecha nos lleva al lugar donde dejamos los vehículos aparcados.
El dato significativo, el calor en las horas puntas del mediodía que nos ha caído como maceta de un ático. Así que, si estamos a mediados de enero y visto el calor del cielo, no se os ocurra intentar hacerla en temporada de verano, ya que no hay agua en todo el recorrido y sus amplias zonas desprotegidas harían el resto del trabajo, aumentando ese esfuerzo innecesario.
Bonita y corta marcha con vistas alcalinas incluidas y sobre todo tan próxima a Granada. Así pues... ¿Qué más se le puede pedir a este plato de la casa, a este menú a la carta? ¿A esta montaña entre la piedra y la vida y tan cercana?
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-Accesos: Desde Albolote (Granada) hasta la Urbanización el Torreón-Monte Elvira en vehículo. Regreso: viceversa
- Itinerario: Sendero entre El Tajo y la Atalaya hasta la cima del primer Morrón que visitamos: El de Enmedio. Siguiente Morrón: Piorno. Pinos de la Moleona. Pista Forestal de regreso y carretera asfaltada hasta los vehículos.
-Trayecto: circular
-Distancia recorrida: unos 16 km.aprox.
-Participantes: Club Senderista "El Bastón"
-Dificultad: Baja
-Duración: 5 h. 1/4 (incluidos descansos)
-Agua: llevar.

07 enero 2007

FELIZ 2007


Cruz de Víznar
(24-12-2006)
Para todos...
FELIZ 2007