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LOS POYOS DE MONACHILComo despedida de esta Semana Santa, que ha resultado un tanto extraña en cuanto al cielo meteorológico se refiere, decidimos realizar esta interesante y vistosa ruta, que partiendo del pueblo de Monachil nos asciende hasta la mismísima cima del Cerro de los Poyos. Pico que, junto al Trevenque y al Pico de la Carne, podríamos decir que son sin duda unos de los mejores miradores naturales de la baja montaña granadina.
Allá que nos encaminamos hoy, después de una semana de descanso a “pata fina” y aprovechando este día que se nos había abierto como por milagro, para estirar piernas y abrir boca sobre la montaña, respirando ese aire puro que tanto nos beneficia y reanima.
Situados ya en la localidad de Monachil, a unos 7 km.de distancia de Granada, y sobre una cota de 792 metros sobre el nivel del mar, aparcamos el vehículo en las proximidades de la Iglesia.
Comenzamos la caminata ascendiendo por la Calle Huenes, de este bello municipio serrano, y que partiendo paralela en sus comienzos al río Monachil, nos asciende de inmediato por su margen izquierdo, tomando el sentido de la flecha que señala primero hacia ese otro acceso a los "Cahorros" (Los Bajos), a los que se accede tras pasar la Central Eléctrica de Tranvías. Pero nosotros aquí no iríamos, nuestro destino era todo de frente y hacia arriba.
Allá que nos encaminamos hoy, después de una semana de descanso a “pata fina” y aprovechando este día que se nos había abierto como por milagro, para estirar piernas y abrir boca sobre la montaña, respirando ese aire puro que tanto nos beneficia y reanima.
Situados ya en la localidad de Monachil, a unos 7 km.de distancia de Granada, y sobre una cota de 792 metros sobre el nivel del mar, aparcamos el vehículo en las proximidades de la Iglesia.
Comenzamos la caminata ascendiendo por la Calle Huenes, de este bello municipio serrano, y que partiendo paralela en sus comienzos al río Monachil, nos asciende de inmediato por su margen izquierdo, tomando el sentido de la flecha que señala primero hacia ese otro acceso a los "Cahorros" (Los Bajos), a los que se accede tras pasar la Central Eléctrica de Tranvías. Pero nosotros aquí no iríamos, nuestro destino era todo de frente y hacia arriba.
Estamos caminando por el llamado Camino de la Umbría. Atrás vamos dejando el acceso al Hotel la Almunia del Valle (a unos 400 m. de la primera señal sobre el río).
Al poco llegamos a un cruce de caminos debidamente señalizado, tras pasar la indicación que señalaba hacia el citado Hotel antes mencionado y a nuestra derecha.
A nuestra izquierda ya tenemos unas espléndidas vistas del Cerro del Sanatorio y del Cerrajón y servidas mediante una antesala de pequeños huertos de labor en donde los cerezos ya hacían de las suyas, llamándonos la atención con sus ramilletes de flores del color de la nieve más pura.
Ahora, una nueva indicación nos señala hacia Fuente Fría. Vamos, pues, por buen camino!
Al llegar a otro nuevo cruce de carriles, otro rosetón de flechas nos señala el nuestro. El de la derecha, nos marca hacia Fuente Fría (por donde regresaríamos a la vuelta); el de la izquierda, y el que nosotros tomamos, hacia el "Rodadero" - "El Quemado".
Seguimos dicho sendero, dejando por fín atrás el hormigón y el asfalto, para al poco llegar al Collado de Mala Santa, en donde, al otro lado de una alambrada que rodea una casa de campo, un grupo de aves de corral nos asalta la atención con sus vistosos plumajes y aleteos. Apartamos una rústica puerta hecha con tiras de alambre, para que no se escape el ganado, y enseguida ascendemos, a través un rocoso cerrete, como medio de acortar carril, y que nos eleva tras los últimos pasos sobre el hormigón de nuevo, hacia un verde collado con unas hermosas vistas de Monahcil y de la capital granadina a nuestra izquierda.
Allá abajo y muy próxima, también a nuestra izquierda, sobre una cota de unos 1.100 m.a., justo debajo de un solitario almendro, tenemos la caída de agua, en forma de tubería, que sale de la llamada Toma de Tranvías y que alimenta la Central Eléctrica del mismo nombre. Pero nosotros seguimos con la vereda que tenemos delante y que zigzagueando y zigzagueando nos eleva y nos eleva, tanto el corazón como la vista.
Al rato, llegamos a un nuevo cruce debidamente señalizado. La vereda de la izquierda desciende a la Central de la Vega y a los Cahorros Altos; la de la derecha, señalando "La Hoya Romero-La Sabina” nos asciende hasta el Refugio de Fuente Fría y al que nos dirigimos de inmediato para hacer la primera parada bajo el tentempié que nos levanta; avistando, antes, las cercanas nieves sobre las cumbres de Sierra Nevada (Peñones de San Francisco), y observando cómo dichas montañas parecen asomarse como saludándonos y dándonos la bienvenida.
Tras ese pequeño descansillo, sobre el Refugio de Fuente Fría (a unos 1.565 m.a.), estiramos de nuevo las piernas para continuar con la crecida. Tensando músculos y consolidando las huellas, nos dirigirnos hacia el abrevadero que se suele confundir con la mismísima Fuente Fría de Huenes y que quedó más abajo, a la derecha, y sobre la que luego volveríamos para visitarla, al regreso.
Aquí, en esta umbría, al cobijo de los hermosos pinos que "habitan" estas tierras, firmando como la flora más característica de la hora y del día, pisábamos nosotros las últimas nieves recién caídas y que parecían refrescar nuestros pasos. El paisaje era para respirarlo, más que para contarlo. Y la verdad es que, aunque la nieve no huele, olía como a ese algo que te arrastra a pisarla y a pisarla, como caricia que te asalta bajo el temblor de la marcha.
Seguimos con la caminata, atravesando este magnífico pulmón bajo el pinar que nos cobija, y ya vemos, a nuestra izquierda y como esperándonos, la cresta y cima del Cerro de los Poyos con su caseta de madera en lo alto. Pero todavía nos quedaba un pequeño trozo de tarta sobre el mantel de la conquista. Mientras tanto, un reducido grupo de mansas cabezas de ganado vacuno nos salió al paso y sobre el verde tranco de esta naturaleza...
Cuando llegamos al cruce de la vereda con el carril que desciende por los arenales, y que viene del Collado de Ruquino, y más arriba desde Matas Verdes, teniendo al pico del Trevenque a tiro de flecha y delante de nuestros ojos, tomamos el carril de la izquierda y que desciende en su primer trazado, pasando junto a otro abrevadero para el ganado, para luego levantarnos (alzando pies y moviendo brazos por un piso arenoso; un poco pesado, por cierto, para el aliento de los pasos) hasta tropezarnos con el gran “chaparro guía” que nos indica que torzamos a la derecha para no equivocarnos.
Giramos a nuestra derecha, como la ley del sentido marca, y tras un último esfuerzo ya tenemos la cresta del Cerro de los Poyos, con su característica figura, delante de nosotros y por encima de nuestras cabezas; no sin antes girarnos en redondo para observar las espléndidas vistas que se nos ofrecen como regalo para el asombro: la red de carriles con desvíos a Fuente Fría (el que hemos traído) y San Jerónimo y las cercanas cumbres que luego aumentarían ante nuestro asombro. También se nos acercaron sobre esta zona, un poco más abajo, un rebaño de cabras que pastaban aquí como por sus anchas.
Un pequeño y último rodeo, en el sentido de las agujas del reloj a la cumbre del cerro, y punto y final de la vereda sobre la marcha hacia el pico mayor de los Poyos, que con sus 1.822 m.a. es como si nos refrescara el alma; amén de hacer aquí la obligada parada para el avituallamiento.
Arriba una pequeña caseta de madera para el control y vigilancia, acompañada de una antena de radio, son toda la huella humana que se aferra a esta cima de la naturaleza tan cercana a Granada y que hace de vigía dominando toda la extensa llanura sobre la que ésta descansa.
Las vistas, de 360º… pues había que contarlas! Primero, todos a la vez, de tres en tres, de dos en dos, de uno en uno, si queríamos identificarlos: los Alayos de Dílar, al final y en la lejanía más acertada, con el Corazón de la Sandía incorporado; el rey de la baja montaña, El Trevenque, como pintado por la nieve y en pie de guerra, asomando “in crescendo”. Como telón de fondo: El Cerro del Caballo, Tajos Altos, El Cartujo, Tajos de la Virgen, El Veleta, todos de blanco y acompañando; los tres mogotes de los Peñones de San Francisco saludando detrás del Dornajo; el Pico y las Peñas del Tesoro, El Cerrajón, el macizo del Huenes... Sierra Arana con sus máximas cumbres nevadas, la ciudad de Granada casi con toda su Vega incluida y bajo el sol que la engalanaba, Sierra Elvira... Ya en lontananza, la Sierra de Loja, Sierra Tejeda con su cumbre y buque insignia, también nevado, la Maroma y casi invisibles el Pico del Lucero, el Salto del Caballo y la Giralda en la Sierra de las Albuñuelas; y más allá del horizonte, las Sierras de la Higuera y de Cazorla.
Al poco llegamos a un cruce de caminos debidamente señalizado, tras pasar la indicación que señalaba hacia el citado Hotel antes mencionado y a nuestra derecha.
A nuestra izquierda ya tenemos unas espléndidas vistas del Cerro del Sanatorio y del Cerrajón y servidas mediante una antesala de pequeños huertos de labor en donde los cerezos ya hacían de las suyas, llamándonos la atención con sus ramilletes de flores del color de la nieve más pura.
Ahora, una nueva indicación nos señala hacia Fuente Fría. Vamos, pues, por buen camino!
Al llegar a otro nuevo cruce de carriles, otro rosetón de flechas nos señala el nuestro. El de la derecha, nos marca hacia Fuente Fría (por donde regresaríamos a la vuelta); el de la izquierda, y el que nosotros tomamos, hacia el "Rodadero" - "El Quemado".
Seguimos dicho sendero, dejando por fín atrás el hormigón y el asfalto, para al poco llegar al Collado de Mala Santa, en donde, al otro lado de una alambrada que rodea una casa de campo, un grupo de aves de corral nos asalta la atención con sus vistosos plumajes y aleteos. Apartamos una rústica puerta hecha con tiras de alambre, para que no se escape el ganado, y enseguida ascendemos, a través un rocoso cerrete, como medio de acortar carril, y que nos eleva tras los últimos pasos sobre el hormigón de nuevo, hacia un verde collado con unas hermosas vistas de Monahcil y de la capital granadina a nuestra izquierda.
Allá abajo y muy próxima, también a nuestra izquierda, sobre una cota de unos 1.100 m.a., justo debajo de un solitario almendro, tenemos la caída de agua, en forma de tubería, que sale de la llamada Toma de Tranvías y que alimenta la Central Eléctrica del mismo nombre. Pero nosotros seguimos con la vereda que tenemos delante y que zigzagueando y zigzagueando nos eleva y nos eleva, tanto el corazón como la vista.
Al rato, llegamos a un nuevo cruce debidamente señalizado. La vereda de la izquierda desciende a la Central de la Vega y a los Cahorros Altos; la de la derecha, señalando "La Hoya Romero-La Sabina” nos asciende hasta el Refugio de Fuente Fría y al que nos dirigimos de inmediato para hacer la primera parada bajo el tentempié que nos levanta; avistando, antes, las cercanas nieves sobre las cumbres de Sierra Nevada (Peñones de San Francisco), y observando cómo dichas montañas parecen asomarse como saludándonos y dándonos la bienvenida.
Tras ese pequeño descansillo, sobre el Refugio de Fuente Fría (a unos 1.565 m.a.), estiramos de nuevo las piernas para continuar con la crecida. Tensando músculos y consolidando las huellas, nos dirigirnos hacia el abrevadero que se suele confundir con la mismísima Fuente Fría de Huenes y que quedó más abajo, a la derecha, y sobre la que luego volveríamos para visitarla, al regreso.
Aquí, en esta umbría, al cobijo de los hermosos pinos que "habitan" estas tierras, firmando como la flora más característica de la hora y del día, pisábamos nosotros las últimas nieves recién caídas y que parecían refrescar nuestros pasos. El paisaje era para respirarlo, más que para contarlo. Y la verdad es que, aunque la nieve no huele, olía como a ese algo que te arrastra a pisarla y a pisarla, como caricia que te asalta bajo el temblor de la marcha.
Seguimos con la caminata, atravesando este magnífico pulmón bajo el pinar que nos cobija, y ya vemos, a nuestra izquierda y como esperándonos, la cresta y cima del Cerro de los Poyos con su caseta de madera en lo alto. Pero todavía nos quedaba un pequeño trozo de tarta sobre el mantel de la conquista. Mientras tanto, un reducido grupo de mansas cabezas de ganado vacuno nos salió al paso y sobre el verde tranco de esta naturaleza...
Cuando llegamos al cruce de la vereda con el carril que desciende por los arenales, y que viene del Collado de Ruquino, y más arriba desde Matas Verdes, teniendo al pico del Trevenque a tiro de flecha y delante de nuestros ojos, tomamos el carril de la izquierda y que desciende en su primer trazado, pasando junto a otro abrevadero para el ganado, para luego levantarnos (alzando pies y moviendo brazos por un piso arenoso; un poco pesado, por cierto, para el aliento de los pasos) hasta tropezarnos con el gran “chaparro guía” que nos indica que torzamos a la derecha para no equivocarnos.
Giramos a nuestra derecha, como la ley del sentido marca, y tras un último esfuerzo ya tenemos la cresta del Cerro de los Poyos, con su característica figura, delante de nosotros y por encima de nuestras cabezas; no sin antes girarnos en redondo para observar las espléndidas vistas que se nos ofrecen como regalo para el asombro: la red de carriles con desvíos a Fuente Fría (el que hemos traído) y San Jerónimo y las cercanas cumbres que luego aumentarían ante nuestro asombro. También se nos acercaron sobre esta zona, un poco más abajo, un rebaño de cabras que pastaban aquí como por sus anchas.
Un pequeño y último rodeo, en el sentido de las agujas del reloj a la cumbre del cerro, y punto y final de la vereda sobre la marcha hacia el pico mayor de los Poyos, que con sus 1.822 m.a. es como si nos refrescara el alma; amén de hacer aquí la obligada parada para el avituallamiento.
Arriba una pequeña caseta de madera para el control y vigilancia, acompañada de una antena de radio, son toda la huella humana que se aferra a esta cima de la naturaleza tan cercana a Granada y que hace de vigía dominando toda la extensa llanura sobre la que ésta descansa.
Las vistas, de 360º… pues había que contarlas! Primero, todos a la vez, de tres en tres, de dos en dos, de uno en uno, si queríamos identificarlos: los Alayos de Dílar, al final y en la lejanía más acertada, con el Corazón de la Sandía incorporado; el rey de la baja montaña, El Trevenque, como pintado por la nieve y en pie de guerra, asomando “in crescendo”. Como telón de fondo: El Cerro del Caballo, Tajos Altos, El Cartujo, Tajos de la Virgen, El Veleta, todos de blanco y acompañando; los tres mogotes de los Peñones de San Francisco saludando detrás del Dornajo; el Pico y las Peñas del Tesoro, El Cerrajón, el macizo del Huenes... Sierra Arana con sus máximas cumbres nevadas, la ciudad de Granada casi con toda su Vega incluida y bajo el sol que la engalanaba, Sierra Elvira... Ya en lontananza, la Sierra de Loja, Sierra Tejeda con su cumbre y buque insignia, también nevado, la Maroma y casi invisibles el Pico del Lucero, el Salto del Caballo y la Giralda en la Sierra de las Albuñuelas; y más allá del horizonte, las Sierras de la Higuera y de Cazorla.
Total, un sinfín de eslabones de esta gran cadena en forma de geoda montañosa y que rodea a Granada, como protegiéndola. Haciendo de esta cumbre un mirador por excelencia de la naturaleza. Certificando que desde allí, todo es belleza y aumentada; como si fueras a levantar en vuelo. Natural, que merece la pena asomarse a ese vacío que te llena, vamos!
La vuelta la haríamos por el mismo camino sobre nuestros pasos; sólo que al llegar al Refugio de Fuente Fría tomamos la vereda de la izquierda y que desciende y desciende hasta dejarnos en el "rosetón" de señales que dejamos en los comienzos de la ruta, cuando nos desviamos hacia el Collado de Mala Santa y señalando ahora hacia "Fuente Fría", desde donde veníamos, claro.
Como siempre dejo algunas instantáneas de esos momentos vividos y que espero sirvan de ánimo y refresco de los pasos.
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LOS POYOS DE MONACHIL
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LOS POYOS DE MONACHIL
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DATOS BÁSICOS DEL RECORRIDO:
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-Acceso: desde Granada a Monachil (7 km.) en vehículo.
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-Acceso: desde Granada a Monachil (7 km.) en vehículo.
- Regreso: viceversa.
-Itinierario: Calle Huenes de Monachil, Camimo de la Umbría, Collado Mala Santa, Refugío y Fuente Fría de Huenes, Cerro Los Poyos de Monachil.
- Trayecto: lineal (de ida y vuelta por el mismo sitio, con un pequeño cambio a la vuelta)
-Distancia: 22 km.aprox. (ida y vuelta)
-Número de participantes: 4
-Dificultad: Media-Alta
-Desnivel: 1.030 m.
-Duración: 7:30 h. (incluidas paradas, avituallamiento y pequeño descanso)
-Agua: Corrijo de los Migueletes.
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